Mutismo Selectivo



El mutismo selectivo (MS) es un trastorno caracterizado por un fracaso constante de hablar en situaciones específicas, por ejemplo en la escuela o en situaciones más sociales, a pesar de hacerlo en otras situaciones, como en el hogar. Según el  Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) el MS se clasifica como un trastorno de ansiedad, cambiando su nombre de mutismo electivo a selectivo, ya que se comprendió que no es una acción voluntaria, si no,  a la incapacidad de hablar en situaciones específicas. 

El síntoma principal del MS es la incapacidad de hablar en ciertas situaciones, sobre todo en el centro educativo,  esta diferencia en el comportamiento del habla es central en el trastorno, pero  también puede ser específico a personas por ejemplo el niño puede no hablar con algunas personas, pero sí puede hacerlo con otras, en la mayoría de los casos donde es específico a personas los niños con MS encuentran más fácil hablar con otros niños que con adultos. 

Un aspecto importante de los niños con MS, es que difieren considerablemente en su capacidad para utilizar la comunicación no verbal, como el contacto visual, gestos, asentir y apuntar, ya que mientras que algunos utilizan eficazmente la comunicación no verbal, otros no, e incluso no se ríen ni tosen en frente de otras personas. A menudo estos últimos son incapaces de expresar sus necesidades (ir al baño, hambre, sed, o dolor), lo que pone en evidencia la potencial gravedad de este trastorno.

Normalmente, el MS se inicia entre los 2 y los 5 años de edad, pero generalmente no es detectado hasta que los niños comienzan la escuela, donde hablar es un aspecto fundamental del aprendizaje y la socialización.

Es muy común los malentendidos y sospechas, ya que tanto los educadores como los padres tienden a pensar que los niños se comportan en todas las situaciones de la misma manera en que ellos los observan, es decir, si un niño no habla en la escuela, el educador puede pensar que el niño tampoco habla en casa.

El MS a menudo se presenta con otros trastornos de ansiedad, especialmente el trastorno de ansiedad social, y con trastornos del neurodesarrollo, especialmente trastornos del lenguaje, ya que algunas de sus causas pueden ser:

  • Factores genéticos: la reticencia social y la ansiedad social tienden a ser hereditarios.
  • Temperamento: el rasgo de inhibición conductual (temor y evitar situaciones que no son familiares) generalmente se asocia a un mayor riesgo de presentar ansiedad posteriormente, además se ha observado una asociación entre el MS y la inhibición conductual (Gensthaler et al, 2016a) 
  • Factores del neurodesarrollo: los niños con MS tienen mayores tasas de trastornos del neurodesarrollo. Los más prevalentes son los trastornos  del habla y del lenguaje, pero los trastornos de la eliminación y retrasos motores también son frecuentes. Existe una leve superposición con el trastorno del espectro del autismo y la discapacidad intelectual, aunque la mayoría de los niños con MS tienen un CI en el rango promedio.
  • Factores ambientales:  Los niños bilingües están sobrerrepresentados en el MS. Las transiciones, como por ejemplo, comenzar la escuela o conocer personas nuevas, son especialmente difíciles para estos niños y pueden desencadenar un MS. En contraste con los niños tímidos, que adquieren confianza después de un tiempo, los niños con MS continúan sin hablar y son retraídos.

Es importante que durante la evaluación se considere:

  • ¿Habla el niño normalmente al menos en un contexto por ejemplo el hogar, pero presenta mutismo en otros contextos como el centro educativo? Esta es la pregunta clara y  en caso afirmativo, es necesario solicitar a los padres que profundicen en la presentación clínica del comportamiento de habla del niño: hace cuánto tiempo se presentó el mutismo, qué se ha echo al respecto para ayudar al niño, y cuáles han sido los resultados. 
  • Asegurarse que el niño no tiene un problema de audición.
  • Recopilar información sobre la historia del desarrollo general del niño (oral, motor, lenguaje), para excluir el mutismo agudo debido a un trauma psicológico o a un daño cerebral adquirido.
  • Es indispensable recopilar información del funcionamiento académico en el centro educativo
  • Es recomendable realizar una evaluación del lenguaje no verbal y la capacidad de razonamiento (inteligencia).

Otras recomendaciones tanto en la evaluación como en las sesiones de terapia son:
  • Antes de comenzar la evaluación, explicarle al niño que no es necesario que hable.
  • Muestre el material de evaluación, y explicar las maneras de responder que pueden utilizar, como apuntar, asentir, o responder por escrito.
  • El niño debe sentarse a su lado, no de frente, como es usual en las evaluaciones, para evitar el contacto visual directo que muchas veces pone incómodos a estos niños. De esta forma, el niño y el profesional se concentran en el material de evaluación que está frente a ellos.
  • En los niños con MS, es preferible utilizar pruebas de vocabulario receptivo que no miden el tiempo, aplicar una prueba donde el terapeuta dice una palabra y el niño apunta la imagen que corresponde a esa palabra en un conjunto de alternativas. También pueden ser utilizadas otras pruebas no verbales, dirigidas a proveer una estimación rápida de la habilidad verbal, las aptitudes académicas y la inteligencia 
  • Para evaluar posibles problemas de articulación y el lenguaje pragmático del niño, es necesario que los padres graben al niño hablando en situaciones cotidianas en casa.
  • Recibir las eventuales respuestas verbales de manera neutra, sin demasiada emoción. Reconocer tranquilamente lo que el niño dijo y continuar con lo que estaban haciendo juntos.

Para poder dar un  diagnóstico de MS es indispensable considerar:
  • El mutismo selectivo es descrito en el DSM-5 como un fracaso constante para hablar en situaciones específicas, por ejemplo: escuela, situaciones sociales, a pesar de hacerlo en otras situaciones, como en el hogar. (Asociación Americana de Psiquiatría, 2013) 
  • El DSM-5 especifica que, para establecer el diagnóstico, la ausencia específica del habla debe estar presente por lo menos durante un mes. Esto no aplica al primer mes de escuela, debido a que muchos niños se tornan silenciosos cuando enfrentan una situación nueva, como lo es el ingresar a la escuela 
  • El fracaso para hablar no se puede atribuir a la falta de conocimientos o a la incomodidad con el lenguaje hablado necesario en la situación social
  • La alteración no es explicada mejor por un trastorno de la comunicación (por ejemplo un trastorno de fluidez de inicio en la infancia o tartamudeo) y no se produce exclusivamente durante el curso de un trastorno del espectro del autismo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico.
  • Por último, la ausencia de habla del niño debe interferir con el funcionamiento cotidiano: la ausencia de habla afecta la capacidad del niño para desenvolverse en la escuela o en las interacciones sociales.

Es importante recordar que las intervenciones son multidisciplinarias, y se centran en disminuir la ansiedad, aumentar el habla social, y mejorar el impacto negativo en el funcionamiento relativo al MS, y como en todos los procesos de intervención la participación de los padres es fundamental.

Esperamos que esta información sea de su agrado.





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